Para acercarnos a Dios
Durante
mucho tiempo se nos afirmó que para acercarnos a Dios había que realizar un
largo proceso de perfección.
“Sean
perfectos como vuestro Padre es perfecto”
Esto
nos ponía en un empeño que resultaba imposible de lograr.
No
porque alguna vez pensásemos que podíamos lograr la perfección de Dios sino
porque nos resultaba imposible despojarnos de nuestras limitaciones.
Por
más intentos que realizásemos siempre sabíamos que nuestras limitaciones
estaban en nosotros y en cualquier momento nos podían jugar una mala pasada.
Mirar
de esa forma el posible camino para acercarnos a Dios resulta una utopía.
Mirar
de esa forma es olvidar lo primero que nos muestran los relatos evangélicos y
deben ser la clave para acercarnos a
Dios.
“Dios
se hizo hombre y habitó entre nosotros”
Partiendo
de esta premisa nos encontramos con un camino para acercarnos a Dios mucho más posible aunque no menos
complicado.
Mirar
al hombre y descubrirlo como lugar de habitar Dios.
Ya
no es necesario mirar hacia arriba sino que nuestro camino para acercarnos a Dios nos hace mirar a nuestro entorno.
Es
llegar a descubrirlo compartiendo la casa con nosotros.
Es
poder encontrarlo transitando las calles de la ciudad.
Es
poder escucharlo desde cualquiera que nos hace llegar una necesidad.
Es
poder sentirlo en quien nos brinda una mano.
Es
poder disfrutarlo cuando compartimos la sencillez de unos mates.
Es
poder llegar a ver su presencia en cada ser que se llega hasta nosotros.
Dios
se hace presencia en una sonrisa que se nos obsequia.
Dios
se hace presencia en quien nos comparte una situación de su vida.
Dios
se hace presencia en alguien que nos invita a compartir un momento de charla.
Para
esto necesitamos ver más allá de la realidad que nos rodea pero sin perder de
vista la realidad.
Ya
no es necesario un camino de perfeccionamiento sino un camino de humanización.
Porque
allí está Dios es que respetamos al otro.
Porque
allí está Dios es que disfrutamos del otro.
Porque
allí está Dios es que atendemos al otro.
Porque
allí está Dios es que brindamos al otro lo mejor de nosotros mismos.
El
otro no es Dios ni es perfecto como Dios pero él, al igual que nosotros, somos
portadores de Dios.
Llegar
a Dios comienza por llegar al próximo.
No
llegar para cambiarlo o enseñarle.
Llegar
para aceptarle y respetarle.
Llegar
al otro para aprender de él escuchándole.
Llegar
al otro para que se descubra como alguien que, verdaderamente, nos importa.
Llegar
al otro con respeto y aceptación es, sin duda, un instrumento que nos ayuda a
ser mejores personas y tal cosa nos hace acercarnos a Dios.
Llegar
al otro no para pedirle sino para escucharle y brindarle lo mejor de nosotros
es algo que nos ayuda a ser más y mejores personas y ello nos hace acercándonos
a Dios.
No
necesitamos olvidar nuestra condición de personas sino que se nos hace
necesario profundizar y perfeccionar nuestro ser seres en relación con los
demás.
Si
duda que es un camino exigente pero es un camino posible y seguro para
acercarnos a Dios.