Evangelizar
Mucho
se habla, hoy en día, de la necesidad de evangelizar.
“Nueva
evangelización” es una expresión muy utilizada para manifestar una realidad
actual.
Evangelizar
es una expresión derivada del evangelio que quiere decir “Buena Noticia”
Quiere
decir llevar la “Buena Noticia” a quienes necesitan de ella.
Pero
no quiere decir inventar una “Buena Noticia”
No
existe necesidad de invento alguno ya que ella ya ha sido proclamada.
Necesario
se hace mirar, con honestidad y fidelidad, la noticia proclamada por Jesús.
Su
“Buena Noticia” es acercar un concepto novedoso sobre Dios.
Fue
novedoso en aquel tiempo y continúa siendo novedoso hoy en día.
Dios
no es un ser abstracto y lejano. Dios es un ser cercano y Padre.
Tan
cercano que nos conoce, respeta y ama.
Tan
cercano que está en nosotros permanentemente.
Jamás
se aparta de nosotros por más que intentemos apartarnos de Él.
Ese
Padre es amor y, por lo tanto, todo lo suyo responde y dice del amor.
En
Dios no hay lugar para nada que no diga y sea amor hecho realidad.
Esa
es la gran “Buena Noticia” que nos acerca Jesús.
Tal
cosa la muestra mediante signos que no hacen otra cosa que humanizar.
Humaniza
devolviendo la condición de persona.
Humaniza
integrando.
Humaniza
prestando atención.
Humaniza
escuchando y liberando.
El
Dios de Jesús es alguien que humaniza por sobre todas las cosas.
Para
Dios nadie es indigno de su cercanía y de su amor.
El
Dios que nos presenta Jesús jamás señala, acusa o margina.
Evangelizar
hoy en día es volver a aquel Dios que nos presenta Jesús.
Por
ello la evangelización debe comenzar por
la humanización.
Evangelizar
no es enseñar el evangelio como una doctrina sino un permanente intento de
vivirlo para los demás.
De
poco sirven nuestras prédicas sino van acompañadas de gestos de humanización en
primer lugar.
La
evangelización no pasa por una cuestión de números ni de búsqueda de “clientes”
Jesús
no curó a todos los enfermos de su tiempo ni sació el hambre a todos sus
contemporáneos.
Solamente
algunos fueron los privilegiados por sus signos liberadores.
No
pretendamos humanizar a toda la realidad sino que debemos comenzar por esa
realidad que nos rodea.
Tratar
como persona a ese ser que está próximo a nosotros.
Hacerle
saber que le aceptamos y respetamos por más que no compartamos sus posturas
vitales.
Hacerle
saber que nos importa porque es alguien que le importa a Dios.
Tener
para con él la misma actitud que Dios tiene para con nosotros.
Perdonar
como experimentamos Dios nos perdona.
Aceptarle
como Dios nos acepta.
Amarle
como Dios nos ama.
Escucharle
como Dios nos escucha.
Hacerle
saber persona que importa como Dios lo hace con nosotros.
Por
allí comienza la evangelización puesto que así lo hizo Jesús.