Tiempo de luces y sombras
Ya
estamos prontos para dar por finalizado el 17 y para comenzar el 18.
Es,
como todo fin de año, un tiempo de balance.
Surgen
preguntas para el año nuevo pero necesario es mirar el año que se marcha.
Ha
sido, como todo año, un tiempo de luces y sombras.
Sombras
porque con actitudes se ha molestado a seres queridos.
Sombras
porque no se ha sabido tener una conversación seria con quien lo quería.
Sombras
porque el cansancio y la saturación han ganado alguna relación.
Sombras
porque ha faltado la audacia para cuidar un inmenso regalo de Dios.
Sombras
y las mismas surgen desde nuestro interior y se proyectan a nuestra relación
con los demás.
Podríamos
pretender encontrar justificativos para explicar las razones de esas sombras
pero cada una de ellas no resultaría otra cosa que una solapada excusa.
Tal
vez uno ha perdido oportunidades que no volverán pero, tal vez, esas sombras
han dejado una sincera enseñanza.
Siempre
la vida nos va dejando enseñanzas y debemos aprender de ellas.
Por
más que esas enseñanzas, en su momento, nos hayan dolido (y mucho) debemos
saber no buscan nuestro dolor sino nuestro crecimiento.
Por
ello que es que a todas nuestras sombras las ponemos como trozos del haber al
cerrar el año.
Pero
esos trozos se unen a otras realidades luminosas que hacen y dicen de un año
con gran carga positiva en su totalidad.
Hemos
podido completar otro año signado por la solidaridad de mucha gente.
Hemos
podidos completar otro año brindando algo de nosotros a personas de nuestra
realidad.
Se
llegaron con una necesidad y les hemos podido brindar una respuesta a la misma.
Esto
es posible gracias a muchas manos que brindan su mano solidaria y
desinteresada.
El
año también nos regaló la oportunidad de poder disfrutar de algunas conductas
distintas y ello siempre es gratificante.
Hemos
podido conocer a una persona extraordinaria con sus rayes y sus mambos.
Seres
a los que uno aprecia han visto crecer su familia con la llegada de nuevos
integrantes.
Tanto
lo positivo como las sombras son pequeñas cosas que dicen y hacen a la vida
cotidiana.
Quizás,
al cerrar el año, no pueda olvidar la desaparición física de alguna persona.
Pero
ello siempre es parte de esa vida que nos regala y nos priva constantemente.
Resulta
imposible pensar o pretender un año en una única dirección.
Resulta
imposible no ver entremezcladas las luces con las sombras.
Como
en una pintura, las luces no hacen otra cosa que permitir se resalten las
luces.
Necesitan
de las sombras para poder adquirir esa dimensión especial que las luces deben
poseer.
Allí,
en medio de todo ello, Jesús, viviendo el año con cada uno de nosotros.
Es
eso lo que hace que nuestra gratitud se haga mayor y se vuelva compromiso.
Es
mucho lo recibido y necesario se hace retribuir, aunque más no sea, un algo de
ello.
Es
tiempo de reafirmar nuestro compromiso con las luces para continuarlas.
Es
tiempo de mirar nuestras sombras para reafirmar hemos aprendido de ellas.
Es
tiempo de mirar la presencia de Jesús en nuestras vidas para darle gracias y
confiar en Él para evitar tantos errores como los ya vividos.