Juan Bautista
Los
relatos evangélicos nos presentan, con cierta luz propia, a este personaje.
No
es algo que realicen con frecuencia ya que se encargan de la persona de Jesús.
Sin
duda era alguien que supo ganarse un lugar particular en la historia
contemporánea de Jesús.
Los
relatos evangélicos nos lo presentan como familiar de Jesús y con la misión de
preparar al pueblo para recibirle.
Es
el primero en reconocerle pero, un algo más adelante, le hace dudar de la
misión de Jesús.
“He
allí el Cordero de Dios” “¿Eres Tú el que ha venir o debemos esperar a otro?”
En
un tiempo donde abundaban los predicadores Juan podría resultar uno más.
En
un tiempo donde la situación social resultaba por demás apremiante su mensaje
es una invitación al cambio y la conversión.
Crea,
en torno a su persona, un movimiento espiritual que ha de ir mucho más allá de
su presencia física.
Los
primeros discípulos de Jesús serán tomados de entre los discípulos del
Bautista.
Los
discípulos de Jesús, tiempo después de su crucifixión, habrán de encontrarse
con discípulos de Juan congregados en una comunidad.
Esto
muestra la importancia que supo tener Juan el Bautista entre sus
contemporáneos.
No
faltan quienes saben ver en los “Cristianos de Juan” (grupo perseguido por Sadam Husein por no ser islámicos) la continuación
del movimiento al que perteneció Juan el Bautista.
Juan
propone un movimiento de conversos ante la situación.
Dicha
conversión se hacía realidad ante el baño de inmersión al que llamaban
“bautismo”
No
era como, tradicionalmente se entendía, un bautismo que hacía pertenecer a un
determinado pueblo o religión.
Era,
simplemente un bautismo que redimía a la persona que lo practicaba liberándolo
de su realidad anterior.
Era
un “bautismo” que se podía recibir tantas veces como fuese necesario.
Allí
acude, como tantos de sus contemporáneos, Jesús de Nazaret.
Los
evangelistas ponen, al hacer su relato, todo un dialogado que hace resaltar la
persona de Jesús sobre la de Juan.
Lo
cierto es que Jesús permanece junto a Juan durante un tiempo para luego
retirarse y comenzar su vida pública.
Volverá
a aparecer, tiempo después, en los relatos evangélicos, para el relato de su
muerte en manos de Herodes y ajeno, totalmente, a la figura de Jesús.
¿Quién
era, realmente, este carismático predicador?
Tal
vez nunca podremos llegar a la certeza de su figura ya que la misma nos llega,
fundamentalmente, detrás de la figura de Jesús.
¿A
qué respondía, verdaderamente, su movimiento?
Quizás
no logremos llegar a mucho más allá de lo que nos dicen los relatos
evangélicos.
Relatos
que no están interesados en su persona sino que están centrados en la figura de
Jesús, su acción y su mensaje.
Lo
que nos queda claro de este personaje es que no se sumó a la situación de su
tiempo sino que se alzó para proclamar la verdad.
La
verdad de la injusta situación social.
La
verdad de los abusos que oprimían y agobiaban.
La
verdad de las realidades que impedían la realización personal y social de
muchísimos.