Semana sin tiempo
No me es fácil escribir sobre una semana donde......... ¿qué
denominación tiene para usted?
Sé que la denominación dice, generalmente, de una postura ante la
misma, por eso........ ¿denominación?.
Yo, no puedo ni quiero, dejar de sentirla e intentar vivirla como una
Semana Santa.
Es una semana muy particular donde las celebraciones se multiplican y
las vivencias se tornan intensas.
Una semana que busca tener mucho del ayer pero, fundamentalmente, muchísimo
del hoy.
Carecería de mucho sentido si fuese una semana colmada, únicamente, de
un ayer que ya ha pasado. Adquiere un sentido completamente fuerte en la medida
que está plena de la celebración de un hoy rebosante de ayer.
Descubrir que la historia se reitera, que los acontecimientos se
reiteran, que los hechos se prolongan y, en medio de todo ello, nuestra
celebración.
Todo comenzó como un sencillo escozor frente a un grupo de seguidores
de un predicador que convencía por “su autoridad”.
En un tiempo de gran cantidad de predicadores aquel acompañaba sus
palabras con signos impactantes y eran muchos los que acudían a escucharle, a
beneficiarse con sus signos y, cada vez más, creían en Él.
Hablaba y su decir tenía una autoridad que socavaba una autoridad
apoyada en el desgastado prestigio de una tradición. Molestaba.
La respuesta a su propuesta contaba con un creciente número de adeptos.
Despertaba simpatías. Molestaba.
Por su forma de llamar a las cosas por su nombre, por su estilo de vida
coherente con sus palabras resultaba diferente a la mayoría y tal cosa motivaba
a seguidores. Molestaba.
Mucho más fácil que un cambio resulta separar o hacer desaparecer a ese
ser que molesta y entonces....... todo comienza a gestarse y su final es
predecible.
Lo intuye, sabe que se acerca inevitable y no ha de hacer nada por
eludirlo y todo se encarga de precipitar el final anunciado.
Es la misma historia interminable que se traslada a nuestro hoy desde
todos los tiempos.
En cada tiempo van surgiendo hombres que han vivido el molestar y el
ser quitado del medio con el propósito de conservar una comodidad o una
tradición.
Luther King, Romero, Isaías Duarte y tantísimos anónimos más.
Pero están, también, esos otros a los que se le arranca la vida, porque
molestan, de otra manera.
Se les va arrancando trozos de vida. En cuotas, a jirones, poco a poco.
Siempre existe algún trozo de afecto que es posible de quitar y, con
ello, pretender que una molestia sea evitada.
Siempre es mucho más fácil esto que el azaroso camino de los
cuestionamientos que implican cambios.
Por eso es que lo de esta semana está cargadísimo de un hoy empapado
del ayer de aquella primera semana santa.
Esto es, sobradamente, celebrable. Esto es, una gozosa razón para
prolongar una celebración.
Porque están esos seres “molestantes” que permiten despuntar la utopía,
que generan sueños y, fundamentalmente, reviven a Cristo.
Nadie, creo yo, tiene la osadía de compararse con Cristo o de pretender
paralelismos con Él pero....... desde fuera resulta demasiado sencillo hacerlo
como para no intentar realizar tal cosa.
Semana Santa, una historia de ayer, plena de vigencia, que se prolonga
en la celebración de nuestro hoy.
Semana Santa, una
semana de ayer y de hoy con vivencias para nuestro mañana. Por esto, una semana
que no posee tiempo puesto siempre es vigente.