Aceptarnos
No
es una realidad fácil de asumir.
No
es un acto de orgullo sino una necesidad.
Aceptarnos
implica reconocer nuestras cualidades y asumir nuestros límites.
Realizar
tal cosa no nos hace mejores o peores que nadie sino reconocer nuestra
originalidad, nuestra realidad.
Para
aceptarnos no debemos compararnos sino introducirnos en nuestra interioridad y
descubrir cualidades y límites.
Cada
uno de nosotros somos originales y, por lo tanto, con esa mezcla de virtudes y
defectos que nos hacen nosotros.
Reconocer
lo que somos y aceptarnos es todo un compromiso.
En
primer lugar no es un acto de conformismo sino reconocer una tarea.
La
tarea de potenciar nuestras cualidades para que nuestros límites mengüen.
Nuestras
cualidades se potencian ejercitándolas en el servicio a los demás.
Nuestras
cualidades se potencian viviéndolas con naturalidad y espontaneidad.
Es
nuestra forma de ser útiles y de crecer como personas.
No
podemos vivir en una lucha constante contra nuestros límites puesto que ellos
son parte real de lo que somos.
Podemos
dejar de lado nuestras limitaciones para potenciar nuestras cualidades.
Esas
cualidades son dones que Dios ha querido poner en nosotros para que,
potenciándolas, podamos darnos cuenta que nuestros límites se van quedando más
y más difusos.
Nunca
habrán de desaparecer puesto que son parte de esa nuestra originalidad pero no
se harán presentes con tanta frecuencia.
Aceptarnos
implica un acto de coraje y de realismo.
No
somos lo que los demás suponen ni lo que, muchas veces, creemos de nosotros mismos.
Generalmente
no somos tan buenos como algunos pueden suponer ni somos tan malos como
nosotros podemos creernos.
Generalmente
no somos tan malos como algunos dicen que somos ni somos tan brillantes como
nosotros podemos creer que somos.
Coraje
para asumir nuestra realidad.
Realismo
para reconocer virtudes y defectos.
Realismo
para introducirnos en nosotros mismos y aceptar lo que encontramos.
Puede
ser que, con el paso del tiempo, podamos descubrir que teníamos cualidades que
nunca habíamos supuesto.
Puede
ser que, con el paso del tiempo, podamos llegar a la certeza de que alguno de
nuestros defectos ha sido, en parte, corregido.
Aceptarnos
es una tarea en constante proceso.
Nunca
acabamos de descubrirnos y nunca podemos llegar a decirnos esta es nuestra
última palabra sobre nosotros.
Aceptarnos
es siempre estar pronunciándonos.
En
oportunidades es bueno poder escuchar a otros puesto que ellos pueden ayudarnos
a aceptarnos un algo mejor.
En
oportunidades es bueno prestar algo de atención a los demás para deber asumir
esas realidades que, sin proponérnoslo, somos capaces de brindar.
Lo
más difícil del aceptarnos es que debemos intentar ser coherentes con nuestra
originalidad o autenticidad.
No
somos auténticos cuando intentamos imitar a los demás sino cuando,
aceptándonos, vivimos lo que somos.