Tiempo de advenimiento
Todos
los temas religiosos o que involucraban a la Iglesia católica eran tratados, en
ese programa radial, con ironía.
No
era producto de ignorancia sino que existía una constante sorna en sus enfoques,
planteos o encares de los temas.
No
recuerdo muy bien cómo surgió el tema pero…. se decía que no se entendía muy
bien la creencia católica de que María había entrado en una playa un 8 de
diciembre y había quedado embarazada y había dado a luz el 25 de diciembre.
Con
suficiente mala intención se quedaban en el tiempo de gestación, su brevedad y
su realidad extraordinaria.
Muchos
fueron los que se subieron al carro del enfoque, tal vez por ignorancia, los
conductores por mala intención.
Las
diversas llamadas telefónicas no hacían otra cosa que aumentar la chabacanería
del tratamiento del tema. Por momentos era grotesco el clima del programa al
aire.
El
último llamado sobre el tema fue de una persona que, a diferencia de los
anteriores, dio su nombre y manifestó su condición de católico y dijo de su
deseo de clarificar el tema.
Introdujo
la expresión “tiempo de adviento” y dijo era un tiempo en el que nos
preparábamos para la celebración de Navidad. Era un tiempo donde muchos
cristianos ponían, en las puertas de sus casas, adornos navideños diversos.
Explicó
que esos adornos son una manifestación de que en esa casa hay gente que prepara
su corazón para celebrar dignamente la fiesta de Navidad. Esos adornos, al
estar en las puertas de las casas están “ad viento”.
Allí
apagué la radio puesto que era peor el remedio que la enfermedad.
Esta
introducción viene a cuento del comienzo del tiempo del adviento.
Tiempo
que dice de la invitación y preparación para el advenimiento de Navidad.
Es
un tiempo para ir construyendo, en nuestro corazón, nuestro mejor “Belén”.
Es
un tiempo para vivir con el corazón abierto a la esperanza.
No
es un tiempo de recuerdos, utopías o romanticismo.
Es
un tiempo de vida concreta y pies sobre la tierra.
Es
asumir que Navidad nos necesita y debemos realizar algo concreto para que sea
realidad.
Navidad
no es una fecha que se recuerda sino la apertura del nuestra vida a la
irrupción del amor de Dios hecho hombre en ella.
Nos
preparamos desde el corazón involucrando más y más las cosas de Dios con la
historia de los hombres.
Nos debemos hacer fuertes para recibir a Dios que
se hace fragilidad.
Nos
debemos hacer eco de Dios que quiere hacerse ternura en un niño recién nacido.
Nos
debemos transformar en resonancias de Dios hecho caricia para la humanidad.
En
Navidad Dios asume lo nuestro y lo colma de su presencia y cercanía.
Adviento
es un tiempo de cuatro semanas donde vamos dando pasos concretos para permitir
que todo lo nuestro se llene de Él.
Lejos
de ser un algo “ad viento” es un algo que celebramos desde y en lo más profundo
de nosotros mismos pero con manifestaciones concretas de vida.
En
nuestro interior nos deben mover convicciones y posturas vitales.
En
nuestro interior nos debe empujar la certeza de que Navidad es una necesidad y
urgencia para este hoy tan necesitado de sonrisas y fraternidad.