Semana especial
Por
muy diversas razones, la que comienza, es una semana especial.
Muy
bien lo sabe usted que, desde hace tiempo se está preparando para vivirla.
No
es una semana donde lo especial es permitir que la misma pase.
Es
una semana donde lo especial lo hace el hecho de poderla vivir.
Es
una semana donde, para nosotros los cristianos, son tan intensos los
acontecimientos por celebrar que no debería darse otra manera de transcurrir
por ella que viviéndola.
Desde
el primero al último de los acontecimientos propuestos son una invitación al
involucramiento.
Ninguno
de ellos nos puede dejar como meros espectadores.
En
ninguno de ellos nos podemos conformar con un simple recuerdo del pasado.
Si
miramos los acontecimientos propuestos para celebrar, cada uno de ellos está
tan pleno de pasión por nosotros que nos resulta imposible no mirarles en
primera persona, que es la mejor manera de celebrarlos con los que podemos
encontrarnos.
Pero,
también, son acontecimientos tan plenos de actualidad que se debería hacer
imposible no verles inmersos en lo que está sucediendo hoy en día.
Lo
que vivió Jesús no es lo que le sucedió a un hombre sino lo que está sucediendo
con la humanidad toda constantemente.
Conflictos,
desastres naturales, violencia, corrupción y necesidades hacen a la realidad
cotidiana de la humanidad. Todo está en
los acontecimientos que se nos proponen celebrar.
Amor,
solidaridad, entrega plena y manos comprometidas hacen a la realidad cotidiana
de los seres humanos. Ello está presente en lo que se nos propone celebrar.
Lo
que se nos invita a celebrar no está lejos de lo que nos toca, casi
permanentemente, vivir.
Son
conflictos y logros que dicen y hacen a nuestra vida cotidiana.
Lo
de Jesús, en ningún momento, se aleja de lo nuestro.
Siempre
le está poniendo condimentos positivos a nuestra realidad cotidiana para
mostrarnos que lo suyo es posible desde lo nuestro.
Lo
de Dios jamás se aparta de lo nuestro y es allí donde debemos saber vivirle y
descubrirle.
En
muy pocas oportunidades se nos brinda una lección de amor tan intensa y tan
apasionada como en esta semana.
Una
semana donde se nos enseña, con absoluta nitidez, las claves para nuestra
realización personal, que siempre dice de relación con los demás.
Toda
la vida de Jesús es un prolongado grito de amor pero, en esta semana, es un
grito con tanta pasión y fuerza que bien se puede decir es un alarido de amor
el suyo.
Un
alarido que no puede dejarnos indiferentes.
Un
alarido al que no podemos hacer oídos sordos.
Un
alarido que nos involucra totalmente.
Mire
la semana como la mire es, sin duda, una semana especial.
Puede
ser vista como una semana de vacaciones.
Puede
ser vista como una semana de encuentro con amigos.
Puede
ser una semana de disfrute de espectáculos.
Todo
está muy bien y es especial.
Pero,
por sobre todas las cosas, es una semana donde el amor sobreabunda con tanta
fuerza que se hace grito que atrae nuestra atención.