Nuestro pasado
Cuando
miramos hacia atrás nos encontramos con un paisaje que nos cuesta reconocer.
Vemos
surgir rostros y situaciones que nos hacen estallar en sonrisas.
Vemos
aparecer rostros y situaciones que nos llevan a preguntarnos cómo están allí.
Vemos
aparecer rostros y situaciones que nos hacen surgir un algo de vergüenza.
Miramos
hacia atrás y encontramos un paisaje con todo tipo de realidades.
Grandes
barrancos e interminables llanuras.
Árboles
florecidos junto a otros muy secos.
Espacios
de verde pradera junto a áridos páramos.
Todo
junto formando un único paisaje.
Podríamos
estallar en llanto ante tan desolador paisaje como sonreír dichosos ante tanta
belleza.
Todo
depende del lugar donde coloquemos nuestra mirada.
Pero
nuestro pasado es únicamente eso.
Algo
que ya hemos vivido y nos ha permitido ser lo que hoy somos.
Si
no hubiesen existido esos grandes o continuados errores no habríamos llegado a
ser lo que hoy somos.
Si
no hubiesen existido esos gratificantes aciertos jamás seríamos lo que hoy
hemos logrado ser.
Nuestro
hoy se ha construido en base a nuestro pasado.
Sin
nuestro pasado no seríamos lo que somos.
Por
ello es necesario no tener miedo ni vergüenza de lo que hemos debido vivir.
Desde
allí hemos aprendido a construir nuestro presente.
Desde
allí hemos tomado conciencia de aciertos y de errores. Hemos crecido gracias a
nuestro pasado.
Ya
no podemos volver a repetir situaciones puesto que jamás volveremos a vivir lo
ya vivido.
Nos
encontraremos ante situaciones similares pero nunca serán las mismas.
Pero
nunca viviremos sólo con la mirada puesta atrás.
El
pasado ya fue y jamás retorna.
Necesitamos
vivir mirando hacia adelante.
El
futuro siempre nos estás esperando con su realidad plena de desconocido.
El
futuro siempre está esperando pongamos lo mejor de nosotros a su servicio.
Al
futuro no le interesa ni le importa saber cómo hemos llegado a ese “lo mejor”.
No
le importa si hemos llegado a ello con facilidad y con naturalidad.
No
le importa si hemos llegado con esfuerzos y mil lágrimas.
No
le importa si hemos llegado con cien golpes y cien disparates.
Lo
verdaderamente importante es lo que hoy somos y lo que ello puede implicar para
alguien que nos está esperando.
No
sirve guardar “lo mejor” por las dudas.
No
sirve reservar “lo mejor” para cuando la situación sea exigente.
Hemos
llegado a “lo mejor” y ello es para que lo pongamos al servicio del futuro.
La
vida se ha encargado de enseñarnos desde lo que nos ha tocado vivir y así poder
ser constructores de un mañana pleno de sonrisas.
Solamente
yo puedo ser juez de mí mismo en cuanto sabiendo mi capacidad de brindar lo
mejor.
Solamente
yo puedo ser el destructor de esas murallas que me impiden ser plenamente.
De
frente al futuro descubro un gran signo de interrogación pero ello no me impide
sonreír ya que el pasado me ayudó a ser lo que soy.